Martes, 22 Septiembre 2015 10:37

De regreso a la Casa del Lago, un cuentito con final feliz

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 Invitación. Archivo Pinto mi Raya. De izquierda a derecha: Carmen Cárdenas, Mónica Mayer, Luis Vidal, Rosalba Huerta, Lucy Santiago y Esperanza Balderas.

Hace muchos, pero muchos años, en 1977, expuse por primera vez en la Casa del Lago. En ese momento todavía estudiaba en San Carlos (alias la ENAP, hoy la FAD) y vimos una convocatoria a presentar proyectos de exposición. Varios amigos nos integramos como el grupo ANA (Artistas neuróticos anónimos) y enviamos una propuesta. Si mal no recuerdo lo conformábamos Lucy Santiago, Rosalba Huerta, Víctor Lerma, Luis Vidal, Tomás Caldera y yo.

Era la mera época de los grupos. Entre nuestros cuate

s estaban los alumnos de Sebastián que formaron la Rolloteca, los de grupo SUMA y otros que se conformarían, como Tetraedro y Março. Creo que habíamos oído hablar de Proceso Pentágono, Mira y el No Grupo. Integrarse en colectivos, aún para los que no teníamos en ese momento muy claro porqué o para qué, era la onda.

El gusto nos duró poco. El jurado de la convocatoria decidió que se expusiera nada más el trabajo de las artistas y a ellos los rechazaron. Así se dio la p

rimera exposición abiertamente de arte feminista en México.

Tuvimos que rehacer la propuesta de exposición y quedó muy bien explicada en la invitación, que sigue gustándome porque muestra nuestro proceso a manera de conversación. Feminista el contenido y la forma.

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Nos fue muy bien en aquella exposición, pero curiosamente, no había vuelto a exponer en este recinto universitario desde entonces.

Y, de repente, llega el 2015 y nos invitan tanto a Víctor como a mí a participar en 2 exposiciones diferentes, que se llevan a cabo casi simultáneamente. Sucedió de la siguiente manera.

 

La bandera

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Un buen día, a principios de año, nos habló Víctor Palacios, curador de la Casa del Lago invitándonos a participar en su proyecto Batiente, al que han invitado a diverso artistas como Mauricio Limón, Magali Lara y Laurenana Toledo a diseñar una bandera que ondea desde lo alto del recinto durante 3 meses.

Después de darle muchas vueltas en la cabeza al proyecto y, ante lo que implica hacer un objeto de esta naturaleza y la imposibilidad de alterar la estructura del asta para cambiar su significado (cosa que se nos antojaba mucho), decidimos darle continuidad a nuestro proyecto YO NO CELEBRO NI CONMEMORO GUERRAS por considerar que tenía sentido para éste y también para la colección de banderas que está constituyendo la Casa del Lago.

Además de la bandera, propusimos la siguiente acción:

“DESCRIPCIÓN:

Habrá 4 mesas con sus respectivas sillas distribuidas en las áreas externas de la Casa del Lago, de preferencia donde haya sombrita. Cada mesa estará adornada con una o dos banderitas con la leyenda “YO NO CELEBRO NI CONMEMORO GUERRAS”.

12.30 – 12:45 Se izará la bandera.

Se invitará al público a sentarse en estas mesas (10 personas máximo por mesa, incluyendo al coordinador) para participar en una discusión sobre la celebración y conmemoración de las guerras como una forma de transmitir conocimiento y valores sociales basados en lo bélico. En cada mesa se tratará de llegar a una propuesta de saludo a ESTA bandera.

A cada participante se le regalará una camiseta para que se la ponga durante el evento y se le tomará una fotografía con ella que se subirá a internet, de preferencia en ese momento.”

Las cosas sucedieron como planeado. Como coordinadoras de las mesas invitamos a nuestras queridas amigas y cómplices Liliana Marín y Katnira Bello, que no necesariamente están de acuerdo con nuestras ideas, pero son buenísimas para hacer que la gente se comunique y el chiste no era convencer, sino dialogar. Yuruen Lerma y Brenda Hernández Novoa se encargaron de la fotografía, producción y coordinación con el entusiasmo y profesionalismo acostumbrados. Y también llegó a documentar nuestro querido Antonio Juárez, el fotógrafo especialista en performance. De la Casa del Lago tomaron fotos y video, y estuvieron subiendo imágenes por twitter

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 Las mesas de discusión se llenaron rápidamente. Todos se pusieron la camiseta físicamente y algunos también simbólicamente. Había conocidos que llegaron a acompañarnos, pero también se integraron personas que iban caminando por el parque. Las discusiones fueron intensas, pero siempre amables. Después se izó la bandera e invitamos a quienes participaron en las mesas a subir al micrófono a compartir lo que celebran en su vida cotidiana. Para terminar cada quien propuso un saludo a esta bandera.

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Liliana Marín, Katnira Bello y Víctor Sulser con Alter

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 MG 9317 copia  MG 9327 copia  MG 9388 copia  MG 9412 copiaFotografías: Yuruen Lerma

 

El final feliz

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Unos días después de la primera invitación a participar en una muestra en la Casa del Lago, nuestro querido colega Felipe Zúñiga, en este caso fungiendo como curador, nos invitó a la exposición Tres pies; el enigma de la sucesión. Envejecimiento y retiro.

El proceso fue difícil y Felipe nos tuvo mucha paciencia. Si bien no nos hemos retirado (y espero que no lo hagamos próximamente), nos pareció interesante la invitación por aquello de que ya tenemos credencial del INAPAM. Podíamos abordar el tema por muchos ángulos desde la memoria y la precariedad económica, hasta el archivo, que si mal no recuerdo es por lo que él y Víctor Palacios decidieron invitarnos. Pero esos días estábamos concentrados en el Proyecto LA y por más que Felipe nos explicaba qué les interesaba, nosotros no podíamos salirnos de nuestro carril.

El Proyecto LA tiene que ver con la documentación de los performances que hemos venido haciendo Lerma y yo desde hace 40 años sobre nuestra relación personal. De hecho, hace unos cuantos días, el 16 de septiembre, cumplimos cuatro décadas de estar juntos. Después de mucho pensar, no se nos ocurría nada.

Recurrimos a lo que solemos hacer cuando las ideas nada más no salen. Nos pusimos a hacer otra cosa. A veces nos ayuda investigar, pero otras, lo mejor es irnos a dormir y dejar que las ideas se asienten. El proceso puede ser corto o largo, como en este caso. Platicamos mucho y no sucedía nada. Yo sólo tenía una sensación física difícil de definir. Un deseo inquieto. Nos fuimos de viaje y regresamos sin una propuesta. Lo que es más, hasta se nos había olvidado de qué habíamos hablado con Felipe, a quien ya para entonces le había quedado claro de que en nuestro caso aquello del envejecimiento no era metafórico. Por fin, un buen día la sensación pasó otro plano y pude verbalizar que lo que realmente quería hacer era un video en el que Víctor y yo apareciéramos en distintos lugares de nuestra casa/archivo abrazándonos.

Felipe nos puso en contacto con Genaro Recabarren porque ha trabajado cuestiones de memoria oral y necesitábamos alguien que supiera escuchar, incluso el espacio. Vino, hablamos, acordamos y nos pusimos a trabajar. Ya teníamos el tiempo encima. Nos hizo, hicimos, un video que me conmueve. Además nos hicimos amigos.

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22 de septiembre de 2015.

Mónica Mayer

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