Domingo, 25 Noviembre 2012 10:38

LA GRÁFICA DIGITAL SE VISTE DE GALA

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 invit-electronica

Aunque por alguna misteriosa razón no consta en la invitación, el viernes pasado (23 de noviembre de 2012) Andrea Di Castro, Alejandro Magallanes y yo presentamos el libro PUNTOS, PIXELES Y PULGADAS. FRAGMENTOS PARA EL DISCURSO DE LA GRÁFICA DIGITAL EN MÉXICO de Humberto Jardón en el Aula Magna en el Centro de las Artes. Naturalmente, también estuvo en la mesa el autor, quien fungió como moderador.

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Humberto viendo la presentación de Alejandro. Foto M. Mayer

Este librote del Centro Multimedia del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes está retechulísimo. Aquí abajito les dejo el texto que leí, no sin antes mencionar que si están interesados en la historia de la gráfica digital, es un libro indispensable que incluye textos de Juan Acha, Erandy Vergara, Humberto Jardón, Andrea Di Castro, José Ramón Alcalá, Fernando Monreal y míos, así como imágenes de un enorme listado de artistas entre los que se encuentran Adriana Calatayud, Diego Toledo, Federico Silva, Pedro Meyer, Patricia Martin, Oweena Fogarty, Marianna Dellekamp y Gabriel Figueroa. Además se habla de diversos proyectos independientes e institucionales importantes para la gráfica digital en México como Mímesis y Aquerotipo, encuentros como Otras Gráficas y espacios como la Sala del Deseo en el Centro de la Imagen y el Centro Multimedia en el Centro de las Artes.

Para Pinto mi Raya es un placer que algunos de nuestros proyectos así como material de nuestro archivo hayan sido incluidos en esta publicación.

 

 

Centro Nacional de las Artes. Aula Magna

23 de noviembre de 2012.

Querido Humberto:

Te escribo esta carta sin saber si voy a poder participar o no en la presentación de tu libro PUNTOS, PIXELES Y PULGADAS. FRAGMENTOS PARA EL DISCURSO DE LA GRÁFICA DIGITAL EN MÉXICO porque mi papá ha estado enfermo, padeciendo cosas de la vejez y la memoria –entrando y saliendo del hospital-, lo que determina el tono desde el que escribo estas palabras, que es el de la nostalgia y la incertidumbre. De entrada esto hasta a mí misma me parece contradictorio porque cualquiera pensaría que hablar sobre gráfica digital sólo puede hacerse en tono juvenil y animoso, pero ahorita nomás no se me da.

Sin embargo, la presentación de un libro siempre es un acontecimiento, como lo saben quienes no sólo los han escrito o compilado, sino que además han pasado por su complejo proceso de edición y publicación, por lo que sin duda hay que festejar y felicitar a quienes lo hicieron posible. Publicar un libro es llegar a la meta después de una carrera de obstáculos larga y frecuentemente tortuosa, por lo que en persona o no, quiero unirme a su celebración.

Para mí este libro es muy importante por razones personales y profesionales, pero también por lo que significa dentro del registro del arte contemporáneo mexicano que casi siempre se nos da a cuenta gotas y a regañadientes. Pero empecemos por lo personal.

De entrada tu libro me alegra porque es el logro de un amigo y, en este caso, de un amigo desde hace casi 40 años, cuando tu, Víctor Lerma, Esperanza Balderas, otros cuates y yo que estudiábamos en San Carlos nos pasábamos horas en el Café Moneda hablando de arte y empezando a vislumbrar los cambios que se vendrían a lo largo de las siguientes décadas. Aún tengo clarita tu imagen llegando al café a contarnos de un montón de cosas que estaban sucediendo en el mundo, contagiándonos tu entusiasmo por asuntos por demás complejos.

También es el logro de un cómplice con el que hemos trabajado en diversos proyectos de gráfica digital, varios de los cuales forman parte del recuento que se hace en la publicación de algunos momentos de la gráfica digital en México. Para mí, ver este libro es recordar las anécdotas del proceso de organizar, producir, difundir y mostrar proyectos como Aquerotipo, incluyendo la noche de la inauguración en San Carlos durante el Encuentro de Otras Gráficas cuando Raquel Tibol llegó y, ni tarda ni perezosa, antes de ver el trabajo, le declaró a los reporteros que se le había abalanzado al verla llegar, que todo era una cochinada y lo único que servía era el trabajo de Andrea di Castro porque tenía apariencia pixelada y según ella eso sí era una estética digital. ¿Te acuerdas? Con todo el terror del mundo tuve que agarrar valor, interrumpirla y exigirle frente a los periodistas que por lo menos viera la obra antes de opinar. Pero le sigo porque si no me estanco en el chisme ya que todos los proyectos a los que se hace referencia en el libro darían para anecdotarios completos.

Creo que al enfrentarse a tu libro, queda claro que es de un artista que ha estado involucrado de lleno en esta larga historia de la gráfica digital. Se nota. La conoces desde adentro. Y como tu mismo apuntas en el texto, la mayoría de las colaboraciones en la publicación también son de los protagonistas, no de historiadores, lo que le da una calidez particular.

Pero también me parece necesario resaltarlo pues he notado que en México, en donde excepto por honrosas excepciones como lo fue nuestro querido maestro Juan Acha cuyo texto acertadamente incluyes en el libro, la crítica, la historia y la teoría del arte no se dan abasto con lo que sucede en la producción, por lo que quienes producimos muchas veces también nos hemos visto obligados a documentar nuestros proyectos, escribir y publicar los textos, coleccionar, integrar archivos…en fin, a encargarnos de que el trabajo no se pierda. En ese sentido, yo veo que tu libro empezó a gestarse hace muchos, pero muchos años, a lo largo de tu práctica como artista, gestor y editor de gráfica digital.  

Este fenómeno de artistas multitasking que hacen de tocho morocho no sólo sucede en la gráfica digital: el primero que escribe sobre arte sonoro es Manuel Rocha, la que se echa el recuento de las performanceras soy yo y Sara Minter narra la historia del videoarte, además, como nos cuenta Erandy Vergara en su texto en el libro, echa a andar junto con otros colegas espacios como la Sala del Deseo en el Centro de la Imagen.

Este es otro fenómeno interesante: los artistas también han estado detrás de la creación de las instituciones mismas, como bien lo saben Andrea di Castro y Humberto quienes echan a andar el Centro Multimedia, que es el personaje principal en este libro. Lo curioso es que lo mismo ha sucedido con otras disciplinas que son primas del arte digital de la misma camada, como el performance, a quien le tocó legitimarse institucionalmente con ExTeresa más o menos en la misma época. Esto me lleva a preguntarme, a preguntarte, ¿qué fue lo que pasaba en esos momentos que permitió que los artistas impulsaran la creación de espacios como el Centro de la Imagen, el Centro Multimedia y ExTeresa? ¿Coincidieron la visión de los artistas y la de los funcionarios? ¿Fue el proceso natural de las nuevas prácticas artísticas que empezaban a legitimarse? ¿Hoy en día los artistas también estarán tan involucrados en escribir sus historias y en crear instituciones?

Un aspecto que me gusta mucho de tu libro es que no lo planteas como LA HISTORIA DE LA GRÁFICA DIGITAL EN MÉXICO, sino que quizá humildemente, quizá muy de acuerdo con una época en la que ya no nos tragamos las grandes narrativas, lo presentas como una serie de fragmentos que deberían contribuir a un discurso más amplio, aunque por ahí de repente parece que tienes la esperanza de que sirva para conquistar esa elusiva HISTORIA con mayúsculas.

Aquí me vas a perdonar pero me va a agarrar la incertidumbre de la que hablaba al principio: ¿Realmente llegará se va a construir un discurso? ¿Existe un diálogo que lleve a ese discurso ya sea entre nosotros mismos o con interlocutores en otras latitudes –lo cual sería lo ideal- o simplemente son esfuerzos independientes –desesperados- por evitar que se nos escurra la memoria entre los dedos? Yo me temo que libros como el tuyo van a acabar convirtiéndose en la HISTORIA por default, porque es lo único que va a haber disponible. Y no lo digo nada más por mala leche y para echarle la sal a la gráfica digital en México, sino porque este libro además de registrar proyectos independientes también presenta recuentos de lo que ha sucedido institucionalmente y si a los individuos nos cuesta trabajo relatar nuestras historias, las instituciones en México son buenísimas para borrar las suyas. En ese sentido creo que tu libro es la excepción que confirma la regla. Esto quizá nada más sucede cuando, como en este caso, quienes trabajan en las instituciones lo hacen porque su pasión como artistas chamba coincide con su chamba.   Tendré que averiguarlo.

En fin. Espero que tu libro tenga una vida próspera y no solamente registre algunos episodios de la gráfica digital, sino que sirva para echar a andar toda suerte de procesos. De entrada me encantaría que sea rebatido o que brinquen muchos indignados diciendo que los dejaste fuera de la historia y que se sienten a escribir las suyas propias. Y, más que nada, espero que tu libro logre transmitirles a los lectores la pasión que yo reconozco en cada uno de los textos y en cada una de las obras que reúne.

Gracias.

 

En el espíritu de la lúdica presentación de Alejandro en la mesa cuyo video mostró diversos aspectos del libro y nos sacó varias carcajadas, aquí les dejo una hojeadita al libro.

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Material del archivo de Pinto mi Raya

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