Sábado, 01 Noviembre 2014 00:00

El Tour: La explicación

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Entre marzo y julio de 2014 realicé El Taller, el componente del proyecto Visita al Archivo de Pinto mi Raya que consistió en dar un curso para que artistas e investigadores conocieran nuestro archivo y realizaran piezas o textos a partir de sus materiales. En el taller también analizamos obras de artistas que trabajan el archivo como forma, contenido o materia prima y analizamos los problemas de los archivos de arte contemporáneo.

En una de las sesiones hicimos un focus group sobre lo que pensaban de nuestro archivo y sus sugerencias para la versión digitalizada que queremos hacer. Así como durante el taller me quedó claro que quienes vienen al archivo trazan rutas que nunca se me hubieran ocurrido, también noté que ninguno sabía lo que tenemos, lo cual no es extraño porque yo misma a cada rato encuentro cosas que no sé ni cómo ni cuándo llegaron.

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Empecé a rumiar sobre estos puntos y lo primero que se me ocurrió fue dedicar una sesión a mostrarles las distintas áreas del archivo que, de hecho, se ha tragado casi toda nuestra casa. Pasamos por la biblioteca, un baño, el comedor, la sala, pasillos, mi oficina/taller y un par de recámaras. Ni siquiera dio tiempo de ver documentos; simplemente circulamos por su espacio físico. Antes de acabar el recorrido ya sabía que uno de los resultados de la Visita al Archivo de Pinto mi Raya sería un performance con estructura de “tour”…. o varios.

He de confesar que la experiencia fue extraña porque al invitar a los participantes del taller al archivo les abrimos nuestra intimidad. Me sorprendió la vulnerabilidad que sentí: desaparecieron la distancia que existe en las redes sociales a través de las cuales comparto información sobre nuestro archivo, el desapego que siento cuando algunos de sus materiales se exponen en un espacio museístico y la seguridad que muestro al contar su historia en conferencias. Me agarró un ataque de timidez tan agudo que inmediatamente supe que por ahí tenía que buscarle.

El proyecto fue afianzándose porque también me gustó la idea de hacer una pieza íntima, calladita, entretejida en la cotidianidad. Sin duda me influenció el proyecto Uno a Uno, que realizó Víctor hace una década en el que montó en Pinto mi Raya una exposición de dibujos y esquineros que nunca se abrió al público en general sino que sólo llevó a algunas personas con las que quería platicar a verla, entre ellas Helen Escobedo, Merry MacMasters, Jorge Alberto Manrique, José Miguel Gonzáles Casanova, José Ramón Lemus y Betsy Pecanins. Lo importante para él era la interacción con cada invitado. Confieso que traté de convencerlo que abriera la muestra al público para que otras personas pudieran ver su trabajo (y chance hasta comprarlo) porque sé lo costoso en tiempo y recursos que resulta una expo, pero nunca lo convencí. Lerma quería hacer un comentario sobre la distribución y la relación con el público y eso es exactamente lo que logró. Me pareció que esta pieza sobre un archivo/casa se prestaba para una acción similar.

Este Tour también es una manera de ir construyendo una pieza poco a poco y abrirme a las opiniones de otros, como lo hemos hecho en piezas como YO NO CELEBRO NI CONMEMORO GUERRAS. Cada vez me interesa más esta manera de trabajar en colaboración, que es uno de los ejes de mi trabajo desde el principio. En El Tour, el público participa de muchas maneras a lo largo del performance, pero también colabora proponiendo ideas para modificar su estructura.

Por otro lado, más allá de su temática, el espacio en el que se presenta o la interacción con el público, para mí esta pieza es una manera de reflexionar sobre los ganchos de la memoria. Como individuos, familias y sociedad fijamos nuestra memoria a partir de eventos especiales en torno a los que producimos documentos especiales que nos ayudan a recordar. En la vida personal registramos cumpleaños, graduaciones, bodas, etc. y anclamos nuestros recuerdos en sus fotos, videos, etc. En el arte tenemos exposiciones y festivales: sus catálogos sirven para construir la historia. Pero así como el archivo guarda un flujo continuo de documentos que marcan el acontecer diario, la memoria del cuerpo, que es más profunda, se asienta en la cotidianeidad. El cuerpo lo registra todo: una pesa lo que pesa por lo que come todos los días. ¿Será que el archivo mide lo que mide por lo mismo?

En el archivo/casa se encuentran los documentos que fluyen y los que anclan. Además están los objetos y quienes lo habitamos. Realizar una acción en el archivo/casa es la posibilidad de hacer interactuar todos estos elementos.  

 

Mónica Mayer, 2014.

 

 

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