El lunes 2 de julio en la madrugada por fin aterricé en Buenos Aires, agotada, pero ansiosa por ver cómo se desarrollaría el proyecto.
Juan Diego Pérez de la Fundación Tres Pinos, en donde me hospedaron, me recibió muy amablemente a pesar de ser las cuatro de la mañana. Más tarde me mostró los alrededores y me dio algunos tips para orientarme, lo cual no es muy facil en mi caso. Además de ser arquitecto y artista, él documentó todo el Laboratorio de Arte y Violencia (LAV). A manera de tráiler, aquí les dejo un breve video que hizo del proyecto.
La residencia está a un par de cuadras del Palacio de la Legislatura en Buenos Aires. Como llegué después de que los diputados aceptaran liberalizar el aborto y antes de que los senadores echaran la ley para atrás, afuera había vendederos de pañoletas verdes de las compañeras a favor del aborto, que también vendían las azules, usadas por quienes se oponen. En otras palabras, me tocó estar ahí en plena efervescencia feminista. En la calle, en el transporte público y en todos lados las pañoletas salpicaban el paisaje amarradas a mochilas, puños y cuellos. Me daba ganas de echarles porras y decirles que su movimiento era un gran aliento, por lo menos para el feminismo de México, pero estoy segura que de toda América Latina.
Lorena Wolffer y María Laura Rosa
A media mañana me reuní con María Laura Rosa y nos fuimos a su casa a ver la estructura de El Tendedero cuya producción estuvo a cargo de nuestro querido amigo el historiador Mariano Rodríguez. De ahí partimos al MALBA para hacer un pequeño video anunciando la activación de El Tendedero en su explanada al día siguiente y mi conferencia, para terminar con la plática de Lorena Wolffer sobre su obras y la presentación de Afectos Ciudadanos, su libro recien salidito del horno, con María Laura. Siempre me sorprende que, aunque Lorena es una de las artistas cuyo trabajo sigo más de cerca, hay proyectos que no conozco e invariablemente me conmueve su compromiso por llegar al epicentro del dolor que produce la violencia de género.
Al terminar nos fuimos a cenar en bola y de regreso me seguí hasta la madrugada platicando con los roomies en la residencia, Además de Juan Diego, ahí estaba Mauricio Poblete, performancero de Mendoza y la amable Alexandra Albano con quienes después tendría largas conversaciones sobre Constelaciones y otros temas.
Esos serían el ritmo y la intensidad que mercaría todo el viaje. La experiencia de quedarme en la residencia fue muy interesante porque vengo de una generación previa a este tipo de espacios y nunca he solicitado participar en una de ella porque lo que necesito es tiempo en mi propio estudio para trabajar, pero la convivencia me gustó mucho.
El miércoles tuve mi primer taller y fue en El Trapito en el barrio de La Boca. La organización que se fundó en 1935 como club social de inmigrantes genoveses y en el año 2000 se convirtió en Asociación El Trapito que, como dice su página, es "una organización social orientada al trabajo comunitario y participativo" y quienes fueron un brazo fundamental de las reactivaciones de El Tendedero por este antiguo e intenso barrio. Semanas antes habíamos empezado a platicar virtualmente y definimos las preguntas que se harían en esta ocasión en el equipo.
En el taller presenté un poco más de mi trabajo y ya en persona fue más facil aterrizar los objetivos comunes. Es un equipo admirable. Trabajé particularmente cerca de Jeanette Mellado Melo, cuya inteligencia y entusismo fueron la espina dorsal de nuestro trabajo en el barrio, pero también con la generosa participación de Silvana Bova y Alejandra Gatto.
El 4 de julio activamos El Tendedero frente al MALBA. Fue una presentación breve y tan intensa como el frio invernal.
María Laura convocó a un buen grupo de personas que conocían el proyecto y ayudaron a reunir respuestas, aunque después participarían en los talleres. Para mí fue una experiencia muy singular porque todo mundo llegaba a saludarme. Me sentpia rock star, tomándome selfies con público y participantes. Muchos también venían a la conferencia. El toque de glamour fue cuando se acercó la actriz Victoria Onetto, la invitaron a responder al Tendedero y amablemente aceptó. Me soprendió muy agradablemente que Diego de Vega, el agregado cultural de México y gran aliado a lo largo del proyecto, se puso el mandil y participó de lleno.
Las respuestas llegaron rápidamente y antes de subir El Tendedero a la sala en la que daría la conferencia a las seis de la tarde ya casi estaba lleno.
La plática se llevó a cabo en la sala del museo en la que está mi obra Lo Normal, que compró el MALBA y formaba parte de la exposición Verboamérica curada por Andrea Giunta y Angutín Pérez Rubio.
Fue un poco extraño porque yo asumí que la conferencia sería en un auditorio o que en la sala habría un monitor oara pasar imágenes. Cuál no sería
mi sorpresa cuando me encontré con que esto no era el caso. Entré en pánico porque el numerito me lo tengo armado con ilustraciones, que sirven para irme guiando. Como se había puesto como un conferencia performanceada brinqué al ruedo cargando en mi mano la computadora y moviéndome entre el público en lo posible para mostrarles las imágenes. Después de un rato me temblaban los brazos y distintas personas se dieron de voluntarias espontánemente para sostenerla.
A pesar de la incomodidad de la sala, con personas paradas y otras sentadas en el suelo, fue un público atento y al final hubo preguntas muy interesantes.
Para entonces yo ya había conseguido mi pañolera verde y, naturalmente, cerré poniéndomela.
Si quieren echarle un ojo a la conferencia, aquí la encuentran.
Fotos: Juan Diego Pérez de la Cruz, Sofía Menoyo, Rodrigo Mendóza y Mónica Mayer
Mónica Mayer
Febrero 2019