No he salido de casa desde el 13 de marzo de 2020 y no sé hasta cuándo lo haré.
He sentido los días largos y demasiado cortos. Con angustias, aprendizajes y
nuevas rutinas. Se me han redefinido el adentro y el afuera.
Adentro es la casa en donde vivo con Víctor Lerma, a la que no entra nadie desde
que empezó la pandemia del COVID 19 en marzo.
Adentro es el tiempo que me he dado para dibujar todos los días, cosa que no
hacía desde hace muchas décadas. Lo he hecho la deriva, por placer,
porque me tranquiliza.
Afuera es mi jardín, que ahora cuido porque Don Wenceslao, quien se
encargaba de hacerlo desde hace décadas cuando mis tías abuelas
vivían y habitaban esta casa, también tuvo que guardarse.
Todos los días dibujo y salgo al jardín a recoger hojas secas.
A veces tomo fotos de ambos procesos para compartirlos por FB, que es
el afuera que me permite interactuar con amistades y colegas. Es el afuera del afuera.
A continuación, les dejo un recuento de esos tiempos y los asombrosos
acontecimientos que viví los días 22 y 23 de septiembre... y lo que sucedió después.
En marzo, cuando aún pensaba que Don Wenceslao regresaría en unas cuantas
semanas, comencé a hacer pequeños viajes de reconocimiento al jardín.
Seguramente por lo que veía afuera, en mayo, como por ósmosis, empecé a dibujar.
Sobre mi escritorio empezó a crecer una pequeña jungla de dibujos.
Se construyeron vasos comunicantes con las raíces.
Amorosamente, despacito, las plantas empezaron a acariciar a la casa.
Como no queriendo la cosa, la referencia de la pandemia casi siempre se colaba.
Empecé a vislumbrar cómo podían terminar algunos de los dibujos.
Las palabras se fueron apoderando de los dibujos.
Los dibujos empezaron a influenciar cómo veía el afuera: formas, colores y texturas.
Las sensaciones de la pandemia inundaron cada centímetro del papel.
Las series de adentro y de afuera siguieron.
Seguí y seguí y seguí...
Sin palabras. Imagen clave en esta historia.
Irónico. Durante el confinamiento, afuera es en donde me podía esconder.
Un buen día apilé las hojas en blanco y los dibujos para calcular cuánto tiempo
más podría seguir dibujando. Fue un corte. Lo sentí yo y lo sintieron los dibujos…
Por si ya se hicieron bolas en este laberinto temporal, les dejo la liga a lo que viví
los días 22 y 23 de septiembre... y lo que sucedió después.
Mónica Mayer y Yuruen Lerma. Marzo a septiembre 2020.